jueves, 12 de marzo de 2009

- El pan y la sal de Aralar

Cuando ya hace algunos años Aralar se definió como la nueva izquierda abertzale, una izquierda abertzale civil y política, fueron muchos los que le negaron el pan y la sal, augurándole una corta y marginal existencia.

Algunos acusaron a Aralar de traidores y liquidacionistas, lo hicieron por decir en voz alta y públicamente que la acción política de la izquierda abertzale no puede estar condicionada por la decisión, las acciones o la disciplina militar de ningún grupo armado; por considerar que la violencia y el terrorismo político nunca deben sustituir ni suplantar la acción transformadora de los movimientos sociales y sindicales; por considerar que las luchas se ganan con argumentos, construyendo, posibilitando acuerdos unitarios y nuevas mayorías, desde la ética y el compromiso personal, desde la coherencia ideológica, desde una radical defensa de todos los derechos humanos.

Aralar apostó por combinar el trabajo en las instituciones, aspirando a ejercer el poder como representación otorgada y evaluable en favor de la transformación social de las personas y de la conciencia colectiva, sin dejar de trabajar desde la denuncia, desde una firme y contundente oposición, ejerciendo un trabajo político coordinado y en unión con las reivindicaciones y luchas populares e incluso desde una desobediencia civil activa, medida, pacífica y responsable, reivindicando su legitimidad pero asumiendo, del mismo modo, las consecuencias de sus estrategias y actos. Leer +

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